9.5.10

Abismos


















Hurgar, con la palabra fría, de mil poemas al infierno,
con este dedo incrédulo…

Exprimir los ojos,
creer ver luces,
imaginar lanzarme intempestivamente,
al abismo que soy yo.

Al reincidir en las tinieblas recuerdo el trágico suicidio
que es, poner en manos de incautos,
el poder de las últimas palabras.

Cuando camino lentamente sin mí dentro,
aquel letargo del cansancio aún despierto,
como tú, de soledad, temblando,
­pienso, siento,
intento cruzar el fuego de caprichos crepitantes,
con sales, con ansias de saber en qué mestice,
se funde el rapto,
o el desquicio de existir,
y sin embargo, no ser.

No ser, no ser,
ir montado en la moción del tiempo,
y querer saltar la valla,
pero, ¿dónde?,
montar carpa, ¿a dónde?

Cuando ando en las tinieblas,
y me olvido qué soy,
me acuerdo de ti.

Siento que quizás sufrimos un quebranto,
un desencanto acumulado en las costillas.

Duele, por debajo de todo, duele,
y como prófugos, muchas, muchas veces,
huimos,
a otra dimensión,
a otro espanto.


E. R. Aristy
























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